Análisis – Samurai Warriors 5

Personalmente sigo a la saga Dinasty Warriors desde los inicios de la misma con su segunda entrega en Playstation 2 y cuando años despues pude jugar a Samurai Warriors en la antigua Xbox pasó a ser mi saga preferida de Omega Force, el concepto de historias orientadas a personajes y no a familias y la rejugabilidad final del mismo, además de que quizás el encontrarte personajes japoneses se te hacía algo más familiar que encontrarte cientos de nombres chinos, hizo que la saga obtuviera toda mi atención.  Y durante un tiempo siguió un recorrido paralelo a la principal, con sus revisiones, tirando de exclusividades para Nintendo y algunos spin-off e incluso secuelas directas de entregas numeradas, pero durante siete años la cosa quedó parada sin una quinta entrega, hasta el día de hoy.

Y con esta quinta entrega, tenemos un reinicio de la forma de ver las cosas pero manteniendo todo lo que realmente compone a un musou, alejándose muchísimo de los cambios que pudimos ver en Dynasty Warriors 9 y proponiéndonos una formula que incluso podríamos tildar como de más narrativa que en títulos anteriores y con un rediseño muy acusado en muchísimos de sus personajes, tanto es así que serán irreconocibles para muchos fans.

En Samurai Warriors 5 nos vamos al periodo Sengoku, con la rivalidad entre Nobunaga Oda y Mitsuhide Akechi, donde el protagonismo e idealismo de Nobunaga se convertirá en el eje de una historia que nos llevará a innumerables enfrentamientos para la conquista de Japón.  Dejamos de lado las tramas unipersonales, con campañas cortas y nos metemos en una campaña más completa y con casi 30 personajes jugables que quizás, queda muy por detrás de los cientos de personajes de otras entregas, pero con las suficientes diferencias como para no echar en falta más cambios de skins de lo normal.

La formula, la de siempre, escenario cerrado con diferentes objetivos y libertad para arrasar todo lo que encontremos por medio, todo siempre de una manera muy espectacular y desproporcionada, y donde uno de los mayores puntos de dificultad es el hecho de que el combate pueda acabar prematuramente por la muerte de algún personajes importante más que por nuestra propia derrota personal.  

Como siempre, el aporreamiento de botones estará a la orden del día y las cifras de victimas llegarán perfectamente a las cuatro cifras en un combate normal, cada x tiempo podremos utilizar nuestros ataques especiales más potentes e incluso podremos adquirir mejoras temporales para ser más eficiente en nuestra misión de dejar el escenario vacio de enemigos.  Lo normal es que con dinamismo y no durmiéndose en los laureles, cualquier escenario sea relativamente fácil de superar, pero de vez en cuando tendremos algún enemigo o situación que nos hará tomar alguna estrategia para superarlo, y hasta ahí la dificultad en los modos de juego más normales.  Y es que enfrentarnos a miles de enemigos no tiene que implicar que los miles de enemigos te ataquen al mismo tiempo, ya que en ese caso serían insuperables, por lo que se tomarán con el suficiente tiempo como para ser derrotados previamente y subir nuestro contador de combos hasta cifras ridículas.

Podríamos decir que los cambios sutiles hacen que el juego sea un poco más complejo que en sus orígenes, con opciones como para atacar a enemigos con protección o enemigos con lanzas, pero volvemos a lo mismo, la formula sigue siendo positiva para todo aquel que disfrute de un musou para relajarse siendo poco más que un dios en la tierra.  Por lo que seamos sinceros, no han arriesgado en nada en este punto y no necesitábamos que lo hiciesen.

En lo que realmente cambia esta entrega es en el aspecto visual, que han apostado por un cel-shading muy resultón que da un aspecto mucho más anime y juvenil que en otras entregas, optando por diseños más coloristas y una paleta de color que está muy lejana a ese mate y esos escenarios oscuros de las primeras entregas, aunque el rediseño de los personajes en algunos casos los hace irreconocibles, principalmente en casos como Nobunaga Oda que pasa de tener un aspecto imponente y serio a ser el tio de anime genérico, que sí, que cambiará a su look normal, pero impacta.

Si nos vamos a lo técnico, la gente de Omega Force jamás ha estado a la última y nunca han aprovechado bien la máquina hasta que esta ya estaba cercana a su madurez, por lo que las versiones de Xbox One y PS4 son la base y la nueva generación solo cuenta con su retrocompatibilidad y con todo lo que conlleva.  El juego se defiende bien, sigue sin tener demasiada interacción en escenarios y hace años que no nos enfrentamos al terrible popping que antaño siempre nos acompañaba, por lo que se queda todo en un claro «podría ser mejor, pero no nos quejamos».

El juego se olvida del castellano y todos los textos vendrán en inglés, las voces eso si, se quedan en japonés y si tenemos buen oído podremos ver que muchos seiyuu repiten papeles de anteriores entregas, como Hattori Hanzo con la voz de Takkaya Kuroda (Kazuma Kiryu) a quien si no lo reconoces tras pasarte tres entregas de Yakuza seguidas, es que no tienes oído.

Conclusión

En esta entrega de Samurai Warriors 5 el riesgo y las diferencias vienen de mano del soft reboot orientado a plantear una historia completa con diferentes actores acompañantes más que las historias independientes, junto al rediseño de personajes y de estilo de juego, que hacen que sea una propuesta más dinámica y colorista, que no desentona pero que tampoco aporta demasiado.  En definitiva si lo que te gusta es aporrear enemigos de manera dinámica y entretenida con una trama ligera para excusarte en tu placer culpable, Samurai Warriors 5 te lo da, te lo da casi que mejor que nunca.